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Iñaki Rodríguez​ "burbuja"

Gaztelupeko Hotsak 2013

 

 

Alejandro Mingot guitarra

Xan Campos piano

Luisa Brito contrabajo

Iago Fernández batería

feat. Jorge Abadías guitarra

Misterio Navarro por Pablo Sanz​​

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La emoción no puede esconderse y por eso siempre acaba imponiéndose en el paisaje de la verdad. En el jazz de nuestros días nos visitan a menudo artistas con el corazón impostado y mucho atajo en su palpitar; no están cojos, pero al poco tiempo se les acaba notando el vacío y la mentira. Por el contrario, y afortunadamente, también hay creadores que nos saludan con un apretón de manos y mirando de frente, sin aspavientos ni ruidos que distraigan el objetivo principal del encuentro: la música. Cae en nuestras manos este disco del saxofonista tenor Iñaki Rodríguez y tras la primera escucha se siente esa verdad musical desnuda, completa, necesaria. A lo largo de los nueve cortes incluidos en Burbuja se diagnostica una sorprendente coherencia compositora, con independencia de los lenguajes que emplea, ya sean exclusivos de la literatura bop, del blues o el jazz moderno. Luego el valor del álbum se amplifica con una expresión hecha y madura, que igualmente agrada por su sentido pausado del tempo, que no es otra cosa que el buen sentido del silencio. Está claro: a Iñaki Rodríguez le gusta viajar sereno, para no perderse en una velocidad que le impida ver las luces y las sombras de la vida; para no entregarse al borrón.
Esta última circunstancia se apoya asimismo en el argumento principal de Burbuja, ya que se trata de una fotografía sonora de un determinado momento vital del artista. El disco, por lo pronto, está dedicado a su hija Claudia y el orgullo de esa paternidad ya le coloca inmediatamente en una sensibilidad extrañamente pura. Y reflexiva, porque sólo un vistazo al listado de temas nos sitúa ante una atmósfera emocional íntima, personal e inquietantemente concentrada: Lamento, Ansiedad, T.O.C., Outro... También hay mucha reflexión en aquellos temas en los que el saxofonista navarro rinde homenaje a personas admiradas, como Mû, dedicado al cantante, multi-instrumentista, compositor y poeta de Guinea Bissau, con el que coincidió en Nua Trio. O El balcón vacío, pergeñado en colaboración con el guitarrista Jorge Abadías e inspirado en la escritora pamplonesa y republicana exiliada María Luisa Elio, en cuyos renglones Iñaki Rodríguez se ha reencontrado con los recuerdos lejanos de su infancia en la localidad de Barañáin. Otra conexión más con la tierra, que es síntoma de persona de ley, reside en el tema Bonbolontena, una hermosa nana vasca en la que al saxofonista le sale un soplo henchido de lirismo.

Todo ello nos emplaza ante un músico que se mira adentro y no hacia afuera, que es uno de los grandes males de algunos jazzistas de hoy, que atienden más a la purpurina y los focos que a la vida propia, a lo que digan los demás sin priorizar sobre lo que uno siente. Luego hay otros dos temas singulares que abundan en este sentimiento íntimo, aunque con adjetivos propios. Patxi Blues es otro tributo a un amigo desaparecido, en este caso el baterista Patxi Baigorri, basado en el tema The feeling of jazz del álbum Duke Ellington & John Coltrane, que Iñaki recrea con palabras propias y un viento que evoca la mejor escuela de Lester Young y… la mejor enseñanza de nuestro admirado Tete Montoliu, cuando decía aquello de que “el blues lo es todo”. Igualmente, el genérico Burbuja se reivindica más allá de la mencionada dedicatoria a su hija, ya que, sin quererlo o no, intencionadamente o no, evoca la excelencia interpretativa de John Coltrane y su disco Ballads, manifestando que la belleza sí es posible en este mundo.
Ellington, Montoliu, Coltrane… Sí, nombres de grandes héroes del jazz de todos los tiempos que asociados a Iñaki Rodríguez pudieran ser exagerados, pero no lo son, porque, salvando las distancias artísticas de unos y otros, en todos ellos habita una misma verdad: el amor a la música, o lo que es lo mismo, el amor a la vida.

Capítulo especial merece el acompañamiento de este Burbuja, que no es tal, ya que los músicos convocados acaban siendo igualmente protagonistas. Frente a la guitarra friselliana de Alejandro Mingot el tenorista convoca una segunda cuerda, esta vez methenyana, la de Jorge Abadías, cuyas sonoridades enriquecen ese jazz íntimo y sereno que envuelve a todo el disco. Por último, el piano de Xan Campos, el contrabajo de Luisa Brito y la batería de Iago Fernádez se ofrecen generosamente para que todo el mundo se sienta en casa, así como para… reclamar titulares propios en cuanto al buen hacer rítmico de esta reunión.
“Burbuja. Habitáculo hermético y aislado del exterior”, según la segunda acepción de la Real Academia de la Lengua Española. Y misterio y un mundo interior por descubrir, según Iñaki Rodríguez, un valor al alza de nuestro jazz. Queda claro: ¡A Pamplona hemos de ir!​


Pablo Sanz
El Mundo/Scherzo

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